sábado, 4 de diciembre de 2010

CARTA A MIS NIETOS





Publicado en CON SIN NADA, el 24/04/2009
Queridos  Nietos:

Dicen que a la "vejez viruelas", pero digo yo que eso será a la vejez, vejez... porque hay una purrialá de años anteriores a esa edad, comprendidos entre los dieciocho y los noventa y nueve y medio... (Sí, sí o ¿no se ha encontrado nadie con ancianitos de dieciocho o treinta años?) en que suceden una serie de cosas y hechos maravillosos que nada tienen que ver con la vejez. Por ejemplo: viajes que nunca se pudieron hacer, lectura de libros que antes no entendías, conversaciones que antaño te aburrían, poetas (Santiago Tena y Sylvia) que vienen a verte a tu propia casa,




 amigos entrañables, es decir, encuentros en la tercera fase que sólo podías contemplar en las pantallas cinematográficas y ahora los puedes vivir, a toda presión y pasión, de la buena porque la mala no es pasión es basura, a pocos centímetros de tus ojos y de los latidos de tu corazón... Infinidad de sensaciones y experiencias que no tienen parangón con los atolondramientos de esa edad tan exaltada, donde todo lo absorves sin disfrutar porque piensas que durará para siempre.



Que no, que no, que esto es vida. A mí que me dejen de cuentos con eso de las viruelas prematuras. Sin ir más lejos, otra de las vivencias maravillosas que te llegan antes de la vejez, vejez... son los nietos
Lo malo es que a veces vienen con tanta velocidad que se te amontonan y no te da tiempo a disfrutar del último, cuando ya se anuncia el siguiente. Algo así me ha ocurrido a mí. Mi nieto que hace el número dieciocho, ya pesa 400 gramos. No me he equivocado y que nadie piense que es un escuchimizado, está espléndido, por encima del peso normal de los bebés de su edad y con una vitalidad que tiene a su madre agotada. Seguro que dudáis de mis palabras, no me extraña, pero yo lo veo de cerca. Con solo cinco meses de vida está alegre y feliz en la habitación que sus padres le habían preparado ya antes de conocer su existencia. Un habitáculo hecho con amor y entrega mutua, sublime y generosa, en la que el mismo Dios actuó para que resultara más acogedora y vital. Todo era poco para él, de manera que ahora no le falta de nada. Es tan espabilado que él mismo toma su alimento cuando le viene en gana, duerme y patalea a su antojo, se chupa el dedo y a veces hasta juega con una cuerdecita que ha encontrado muy cerca suya, se agarra a ella, la lame y acaricia con sus diminutas manos. A mí me llena de emoción y ternura contemplarle. Siento todo esto como si yo misma volviera a ser mamá otra vez. Es algo impagable que no se puede cambiar por ningun otro deseo.

Bueno voy a enseñaros una foto para que os hagáis una idea. Salió un poco borrosa porque el crio se empeñó en rodearse de un líquido, un invento tan antiguo como el primer hombre sobre la tierra, que le protege de cualquier peligro. Tiene un nombre muy raro, Amniótico, creo que se llama. En él se encuentra como pez en el agua, no sé por qué me da a mí que le va a tirar el mar tanto como a su abuela.














¿Os ha gustado? ¿No es precioso? ¿No tengo razón para estar loca por él? Cuando le contemplo, siento como una punzada en el corazón porque a menudo llegan noticias de que a bebés como Gonzalito, les hacen daño, no los quieren y después de haberlos traído a este mundo los echan de su habitación de mala manera. Mucha pena me da, pero hoy no quiero entristecerme, hoy estas líneas tienen qe mostrar toda la alegría que este nuevo nieto ha traído a mi vida, esta vida tan lejos todavía de las viruelas. Gracias a Dios, claro.


¡Ah!, se me olvidaba, otra cosa que es maravillosa, excepcional y apasionante de verdad, con pasión de la buena, es este mundo de blogs con el que no contaba a los dieciocho años.

Aviso:
La ecografía es de Google y corresponde a un bebé de esa misma edad que Gonzalito.

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